La gran oferta

La oferta y la demanda son elementos inseparables de una ley económica que rige los mercados. Uno depende del otro y están llamados a complementarse en cada acción mercantil. Hoy día los mercados se han diversificado y especializado de tal manera que basta con desear algo para tenerlo a la mano. Lo anterior es algo que se cumple a pies juntillas en el mercado del sexo. No hay deseo, capricho o aberración por parte de un individuo, que no sea satisfecho en el mundo de la prostitución y la pornografía. Este es un ámbito en el que no existen límites. Incluso, tal y como ocurre en los mercados comunes, los comerciantes juegan con la creación de “novedades” para despertar y estimular la demanda (No es un secreto que el comercio sexual ha alcanzado estándares similares y, en ocasiones superiores, al de armas y drogas, históricamente los ocupantes de los primeros puestos). Esta imparable carrera por ganar dinero a toda costa, es la responsable en gran medida de que las mujeres adultas hayan dejado de ser la oferta más lucrativa de los comerciantes del sexo. Los menores de ambos géneros, se han convertido en la gran oferta, pues además de satisfacer a la corrupta clientela, deja cuantiosas ganancias.

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